¡Salte de mi piel por favor!
Salte de mi pecho
de mis ganas
de mi corazón.
Deja que mis raíces se nutran de otra tierra
de otro cuerpo
y otro amor.
Deja ya de estar en cada respiración.
Y entre mi llanto, entre mi risa
en todo este caos que soy.
Mis fuerzas me reclaman
soy y no soy.
Vete y ya no vengas
échate al fuego como el fuego que en mí quema.
Porque eres neblina y divino sol
¡Qué perversión!
Que se ha incrustado en estas manos
que te escriben
que te hacen sonar en cada canción.
Y es que te me has hecho medicina
y veneno del peor sabor.
Por eso
ya no me leas, no me sonrías
no me estalles en los ojos
en la vida;
en estas manos que te alcanzan
pero las dejas vacías.
Ya no.
Déjame poco a poco ser como tú
con tu frío, con tu olvido;
como tus pies que corren y caminan.
Aun con el dolor inflamado en cada poro
déjame sacarte de esta ilusión.
Odiarte con los dientes y las uñas
hasta que ya no seas ni de mi imaginación
ni del olvido
ni de los sueños
ni de esta forma tan más limpia como te quiero yo.
Vete a ser castillo de otra arena
que a mí se me ha terminado la resignación