Diana Navarro

12 de abril de 2014

¿Quiénes somos, a dónde vamos y con quién vamos?

Qué cabrón se siente mirarse al espejo y no reconocerse, qué cabrón es perder el rumbo y no saber ni quién eres...ni a dónde vas, ni con quién vas. Qué cabrón se siente estar rodead@ de gente que te dice que eres "especial", y sentirse como "uno más". Y más cabrón aun, estar con alguien que no te hace sentir/saber especial.
Y es que, tampoco sabemos amar, amamos de ambos extremos: me aman de menos o amo de más; es casi un milagro encontrar el punto medio. Para estos seres que se encuentran en alguno de estos extremos, el sexo y/o la conformidad son los mejores amigos; hacer como que no pasa nada resulta funcional.
Amamos también de acuerdo al estado de soledad y falta de identidad que tenemos -o que no tenemos-, logrando relaciones de poder en donde lo importante no es que en realidad me respeten y me amen, sino que juntos nos veamos bien y se apacigüe mi tempestad. Y es que, es evidente que si no me respeto ni me amo yo mism@, buscaré a alguien que no me respete ni me ame también porque desconozco qué es eso.

Es difícil estar parada entre la línea y no saber si la izquierda o la derecha es mejor; es lastimoso quedarme la zona de confort, pero el lado que desconozco me es aterrador.
¡Qué lucha tan difícil es esa para el corazón! Mucho hace con latir...y más a fuerzas que con ganas, está intentando juntar sus pedazos.
¡OJO! NO HABLO DE MÍ, hablo de la lucha del ser humano.
Luchamos y luchamos contra esto -y más- y por si no fuera suficiente, también existen las EXPECTATIVAS. Qué terrible invento de la mente es este, y qué enseñanza tan nociva, pues desde el momento de la concepción del ser humano -a veces incluso mucho antes- los padres ya han puesto una serie de expectativas y ya nos rige un sistema de creencias sobre el cual basarnos sin siquiera haber abierto los ojos por primera vez. Cargamos a diario con las expectativas de la familia (que si el hijo o la hija va a ser ingeniero o médico, que si va a formar una familia, que si el cuarto va a ser azul o rosa [o morado]...), de los amigos, de la pareja, de los compañeros, etc., y entonces nos volvemos algo parecido a un burro que carga alfalfa en la espalda. Como resultado, perdemos identidad, motivación, autoconocimiento, valentía y fuerza física y emocional (Es desgastante vivir para los demás). Hacemos y actuamos entonces lo que el otro espera de mí porque los otros están depositando en mí algo para lo que yo no estoy list@.
Cabe la pena mencionar, que también está el otro lado donde no se puede fingir eternamente y donde aplica la ley de "lo que no se dice, se actúa". Somos seres enteramente comunicativos.

Traemos también las maletas cargadas de mentiras ("no pasa nada, estoy bien, ya no me acuerdo ni cómo se llama") y si es difícil el camino, se hace más difícil caminar; porque bajo la excusa de que lo que no se nombra no se toma en cuenta, nos vamos echando más piedras. Es por eso que vivimos angustiados, ansiosos y con padecimientos que aparecen de la noche a la mañana, porque lo que no se llora por los ojos, se llora por otros lados.
A esto, sumemosle que nos prostituímos como seres humanos. En un mundo de mercado desechable, nos hemos hecho también seres humanos desechables. El amor, la familia, la amistad, Dios, y un sin fin de cosas más ahora ya son para comerciar. Y ya es fácil decir "te amo" y sentirse enamorado@ (qué mentira tan más grande, nadie puede enamorarse de alguien que te hace sentir desechable), ya es fácil considerar a todos como amigos, ganarse el cielo con una moneda y frecuentar a la familia por medio del WhatsApp.
 El amor y el cuerpo, son negocios bien remunerados.


EN CONCLUSIÓN:
No sabemos amar y es por eso que nos vemos de pronto perdidos en relaciones de poder donde ni me aman, ni amo.
No sabemos decir que no al otro, pero tampoco sabemos decirnos que sí a nosotros.
Más que no poder, no queremos salir de la zona de confort donde no soy sano, pero soy funcional. No nos gusta decir/nos la verdad porque adoramos la comodidad.
Y lo más importante, no sabemos quiénes somos, a dónde vamos y con quién vamos.