Diana Navarro

24 de abril de 2014

Tan lejos, tan ajena

Tantas páginas en blanco sin escribir,
sin rastro ni palabra de la tinta con que escribía tus cartas.
Tantas noches esperando en mis sábanas.
Están frías y de tantas preguntas
han decidido quedar calladas.
Por no gritar el amor que me desborda,
porque es secreto,
así, un secreto nuestro.
No me mires fijamente porque me grita el alma,
y que tus manos no digan caricia alguna
porque empiezan a brincarme las dudas.
Tampoco acerques tu cabello,
tu cabello con aroma a frutas.
Y no me leas, por favor no me leas.
No me leas porque cuando me lees mis palabras te besan,
te besan y yo me siento tan lejos,
tan ajena.
Quisiera yo decírtelas así, cerquita a ti,
a tu corazón, a tu oído,
a tu boca.
No esconderlas,
no escribirlas ni callarlas.
Decirlas.
Que toques mi pecho y sientas que se alborota.
Que me mires y saber que eres tú
y soy yo esa persona.