Diana Navarro

9 de junio de 2014

Voy a encender una vela


Me tapo los ojos para no ver por dónde caminas,
para no correr tras de ti,
abrazarte;
para no ser piedra en tu vida.

Me muerdo el corazón que te ama todavía,
para no amarrarte,
para no asfixiarte
ni con mi poesía.

No importa que encarcele a mi alma,
que el pecho reclame a gritos tu voz,
yo doy media vuelta
y camino sin tu amor.

Meto en mis maletas tu perfume,
las lunas, las cartas,
las canciones
y el color de tu piel al sol.

Me escondo la mirada
en los bolsillos del pantalón,
para que no vaya a encontrarse con la tuya
y se nos vuelque la pasión.

Y cuando la ciudad entera se llene de tu sonrisa,
me encerraré en mi cuarto,
me meteré en la cama
entre mis cobijas frías.

No voy a obligar a tu corazón
ni a darle la valentía que necesita.
No puedo juntar los pedazos
ni devolverle la alegría.

Voy a encender una vela,
para que su luz sea tu guía
en las noches más oscuras,
por si alguna vez la necesitas.