Correr a ti
he querido tantas veces,
como en mis sueños,
como en las tardes de Abril.
Confesarte mis insomnios,
las noches en las que no he dormido,
y si no es es mucho desvarío
ofrecerte una vida conmigo.
Decirte: ¡Eres mía!
Siempre los has sido.
Tomar tu mano
y volvernos infinito.
Pero no puedo, amor,
amor mío;
que aunque me matan las ganas,
me detiene tu hastío.