Diana Navarro

24 de noviembre de 2013

Milagros

- Me queda sólo esperar un milagro -Le dije con los ojos inundados en lágrimas y la mirada perdida.
- ¿Un milagro de qué? -Me preguntó a pesar de que ya sabía la respuesta.

- Un milagro para que vuelva, para que se dé cuenta. Para que cuando se toque el pecho ahí me sienta y entonces sepa que yo soy el lugar el lugar que siempre espera. Y voy a llegar hasta la luna...
- ¿Cómo harás eso? -Me interrumpió antes de que pudiera terminar -¿Cómo llegarás hasta allá?

- Con poesía -Le dije -Y si no funciona entonces empezaré a cantar, una canción tras otra hasta que mi voz pueda escuchar.
-¿Entonces así es como se llega a la luna? -Preguntaba y volvía a preguntar.
- Sí, así. Con poesía y música...y un poquito de magia para no fallar -Respondí.
- ¿Y cómo se llega a su corazón? -Preguntó y yo no tuve nada con qué contestar. Nos quedamos en silencio unos minutos y yo no dejaba de llorar.
 -Sabes, tienes razón. La luna está a 384.400 km. de distancia, su corazón solamente a 2 -Le dije mientras me temblaba el alma de dolor -¿Entiendes qué quiere decir eso? -Le pregunté esta vez yo.
- No -Respondió.
- Que paradójicamente de mí está más cerca la luna que su amor. De eso hablan los milagros: de las locuras que es capaz de cometer a veces el corazón.