Dime dónde andas,
mujercita de mirada triste y pálida alma.
Dime porqué de pronto se te fue la bondad con la mañana.
Niña y mujer con la vida lastimada,
vas caminando sin mí,
y vuelves por las noches a meterte en mis palabras.
Dime, mujercita, dónde estás perdida,
porque yo no sé si debo juzgarte por tus acciones
o por lo que veo en tu esencia corrompida.
Mujercita, te amo así con las piedras que cargas en la espalda,
mismas piedras con las que has golpeado
la mano enamorada que se ofreció a cargarlas.