Diana Navarro

7 de enero de 2017

En los bolsillos


Traigo el corazón vacío
las noches sin estrellas
y en la mesa el asiento vacío
al que nunca llegaste a cenar.
Ni para mi cumpleaños, ni para el tuyo
o la cena de Navidad.
Así son las cosas.

Tengo en mi cama la sábana
que te quiso volver a tocar;
ya se ha roto
pero no me he deshecho de ella
porque dentro de sus hilos quizás aún estás.
También las cartas que te tenía
se han cansado de estar en la bandeja de cosas para entregar.

Ya he guardado los libros subrayados
con las líneas que te iba a leer
mientras con una taza de café
nos acompañábamos.
No importa
el cuarto donde están es lo suficientemente grande
como para albergar todos mis años.

Sin embargo en los bolsillos
llevo guardados los nudos de mi garganta
(y un pañuelo por si acaso).
Todas las luces que puedan alumbrarte de nuevo
a seguir mi paso.
Y también un trozo de la promesa
de envejecer y morir en nuestros brazos.