Diana Navarro

5 de octubre de 2019

Pasado

La eternidad se guarda en un instante,
por ejemplo, ese, donde recuerdo cuánto te quise,
tu perfume y el timbre de tu voz.
O ese otro donde reíamos,
o cuando la voz no nos alcanzaba para gritarnos el amor.
Se guarda donde menos lo esperamos,
donde no lo buscamos y se sale
a caminar por las calles que alguna vez pisamos
o se instala en el compás de una canción.
En una estrella o en los rayos del Sol.
En las alas de las aves que vuelan tan alto
como alguna vez soñamos.
Llega sin preguntar y sin presentarse,
sin darte tiempo de reaccionar o adelantarte,
se instala como calambre en el estómago y sube al corazón.
Lo siento a veces, luego de tener un largo día y llegar a mi sillón,
se me viene de golpe...
¿Será que en todo mi cuerpo se me quedó pausado el amor?
Por eso, aunque el calendario corra y los segundos pisen los talones,
el pasado no siempre ya pasó.


10 de agosto de 2019

Milagro


Tú no eres como los demás, como el resto del mundo, eres como tú.
Con las alas extendidas, con el corazón enorme y los ojos en todos lados, viendo con ellos las cosas que los míos no pueden. Viniste de algún planeta -todavía no descubro qué tan lejano- y trajiste desde allá la paz y la magia que ni siquiera había imaginado.
Y contigo todas las estrellas se apagaron, porque tu brillo las deslumbraba, y todo resplandor se volvió opaco. Todo se convirtió en rosado cuando tus manos lo tocaron, nada se quedó a blanco y negro. Los demonios se volvieron cristianos y los muros ahora son puentes desde que tú pasaste a su lado. Eres verdad y valentía.
Toda desdicha está en tregua, los sabores ya no son amargos ni salados. Porque de tu voz obtengo lo dulce, lo bueno, lo suave, pues en tus palabras se edifican los sonidos. Y es que de tu voz sale solo melodía, melodía que contemplo con cada poro de mi cuerpo embelesado.
Así, me enseñas las cosas que yo no sé, y me respondes las preguntes que nunca me había preguntado. Porque antes no estabas, porque no te había encontrado. Por eso, ahora es todo bendición en tu nombre; eres de carne y hueso pero eres también milagro. Esos, en los que yo no creía, de los que nada esperaba pero que contigo en puñados llegaron. 



Ilustración: Soledad Voulgaris

Bandera

Tocarte
el alma, los sueños
el sexo y la piel.
Rozarte con la fuerza de todos los mares fluyendo
y la sutileza de la pluma de las aves.
Sin ritmo
ni forma;
es lo de menos
cuando a nuestro contacto
el mundo y nuestros corazones explotan.
Olerte, que tu esencia se me impregne
en todas partes y a todas horas.
Y que cuando me llames
cuando vengas y me ames
yo me arrebate en tu sonrisa el mundo
los miedos y todo lo que no te nombre.
Porque no quiero nada en mi vida que no te conozca.
Ni los besos que guardo en mi boca
ni el futuro que en el calendario me espera
o la música que de mi garganta brota.
Por eso
en el pensamiento
acto y poema llevarte de bandera
para que ninguna turbulencia sea nunca tan poderosa
y al caer la noche podamos recostarnos
sin más carga que las sábanas que nos guardan.
Guardarte en el corazón
en la cartera y en la mirada
para que en todo destino
puedan mis pies encontrarte. 

2 de febrero de 2019

Eterna


Dejar en tu boca mi mejor beso
en tu cuerpo, el más intenso de mis orgasmos
en tu oído, la más tierna de las palabras.
En tu corazón, el más honesto de los latidos
en tus manos, la marca más delineada de mis dedos entrelazados
en tu cabello, el más delicado de los aromas.
En tus pies, el sonido de mis pasos caminando a tu lado
en tu silueta, la marca perenne de mis labios
en tu sombra, la luz que en el fondo de mi pecho te guardo.
En tus ojos, la pintura del paisaje que para mi mirada representas
en tu lágrima, la seda que la detenga,
en tu miedo, la paz que en el interior yo posea.
En tu sed, la saciedad que mi vitalidad te comparte
en tu nariz, el perfume de la flor que más se asemeje a tu belleza.

Dejarme plena
para ti.
Constante, entera, desnuda
del alma y del cuerpo.
Con las manos llenas.
Leal y eterna.