Diana Navarro

23 de diciembre de 2013

El secreto más bonito del mundo


Extraño tus manos, 
los abrazos prolongados que me han abrigado. 
En medio de la tristeza,
en la alegría, 
en un mar de llanto.

Te extraño a ti,
no hay nadie que me llene la vida,
que me viva,
que me haga sonreír
y enojarme a la par.

Nadie.
Yo soy un alma perdida,
casi vacía.
Sin nada que decir
teniendo tanto para contar.

Extraño tu sonrisa,
el olor de tu cabello,
la caricia de tus dedos,
el sonido de tu canto,
tu manera de caminar.

No existe en mis ojos ese misterio
que se esconde al mirarte,
como si en las pupilas
guardáramos el secreto más bonito del mundo;
y sólo tú lo pudieses descifrar.

Te extraño,
y no me alcanzan ni mil años
para el amor que me tengo que callar.
Porque aunque me muerdo los labios
mis poemas te han de hablar.

18 de diciembre de 2013

Te sé, me sabes, nos sabemos

Te conozco la mirada como la luna
conoce la noche y la madrugada.
La sabe suya, se sabe tuya mi alma.

Te conozco las sonrisas:
las sinceras, las que ocultas
y las que todos te miran.

Yo conozco tus pies y tus dedos,
y tu baile al caminar;
los movimientos de tu cuerpo.

Te conozco hasta lo miedos (yo soy uno de ellos),
los que son demonios tuyos
y los que te impusieron.

Eres como un libro abierto
a mis ojos que quieren mirarte,
a mis labios que saben pronunciarte.

Como tus manos
canelas,
largas y suaves.

Me tienes.
¿Te tengo?
¡Te deseo!

Te sé, 
me sabes,
nos sabemos.

15 de diciembre de 2013

La cuenca de la Luna

Tu nombre me sabe a Luna,
a milagro y a fruta
para mis labios que lo saben pronunciar.


Yo no sé si mi amor tú recibas,
si el calor de mis versos percibas
pero esta noche, mi corazón te lo vine a entregar.


Y me quedo mirándote,
te pareces al cielo:
a veces turbio, a veces claro.


Te pareces al cielo cuando son las 4 de la mañana,
te pareces al cielo cuando son las 10,
te pareces a mis tercas manos queriendo acariciar tu cabello oscuro y castaño.


Vengo a dejarte aquí mi sentimiento
sin esperar nada a cambio,
sólo decirte que la cuenca de la Luna se parece a tus labios.


7 de diciembre de 2013

Sin un solo centavo



No tengo banderas,
ni colores en mi playera
o desfiles de falsas promesas.

No sé las respuestas,
ni los caminos,
ni carreteras.

Pero a ti te ofrezco mis brazos
como refugio
para tu corazón cansado.

Te regalo mis segundos,
todo mi tiempo
que de ti está tatuado.

Y me quito la camisa si es necesario,
para que descanses,
o para cruzar el camino empedrado.

Mas si esto no te bastara,
también te ofrezco la luna,
y el canto de un ruiseñor como canción de cuna.

No tengo mucho, podrás notarlo:
con el corazón abastecido
y las manos sin un solo centavo.