Despréndeme el alma,
desnúdame el pecho,
yo iré pintando flores
por todos tus sentimientos.
Y no son las palabras,
esas confunden,
sobran;
se las lleva el viento.
Es la luna y su reflejo,
entre las nubes,
entre tu noche y la mía,
entre los "te extraño" que no se dijeron.
Y entre lo que hemos callado
y que golpea el pecho,
que se sale por los ojos
y no lo borra ni el tiempo.
Así con mis pinceles
-o con los dedos de mis manos si prefieres-
iré dibujando cada uno de mis latidos
hasta que de mí -y sólo de mí- te llenes.