Diana Navarro

16 de enero de 2016

Carta para tus ojos

Voy a escribirle a tus ojos una carta, como si tus ojos fueran tus oídos, como si en verdad fueras a leerme.
No para decirte que son bonitos...eso ya se lo has de haber escuchado a otras tantas personas; y es que no son bonitos, ¡son bellísimos!
Yo quiero escribirle a tus ojos que me cautivan, que me conmueven, que me inundan cada rincón; que en mí habitan.
Porque miro al cielo y te imagino mirándolo al lado mío: las nubes, las aves, los astros. Si tus ojos me acompañaran a mirar este cielo que yo miro. Pero tus ojos están allá, frente a los de alguien distinto a mí. Distinto en el modo, en la palabra, en el corazón. Si tus ojos me acompañaran, no tendría nada más por pedirle a la vida.

De verdad, no te miento cuando te escribo que a tus ojos los quiero mirar por debajo de mis sábanas. Por la mañana, cuando llueva y haga frío y te haga un lugar en mis brazos y ya no quiera soltarte.
Cuando el día se haga muy pesado y solamente me baste con mirarte.
A tus ojos los quiero en las cenas románticas, en los paseos por las tardes. A tus ojos yo quisiera besarles y cuando creas que ya he terminado, robarles un beso más.
Son como dos mares donde quisiera navegar...y perderme y encontrarme. Son ese trigo en el campo que hace que las hectáreas se disfruten a pie o a caballo; pero mejor a pie tomando de tu mano.
Yo ya no encuentro cómo llamarles, o si hacerles una poesía o un cuento, o dibujarlos, o cantarles.
Los acurrucaría entre pétalos, te lo prometo.

Ay, si tus ojos me miraran a mí...si tus ojos me hubieran ya encontrado.
Qué no diera yo por tus ojos reflejados y fundidos con los míos.