Diana Navarro

20 de mayo de 2020

Errantes

Los cuerpos que se tocan no siempre se quieren.
Se rozan al aire
y explotan el placer
en el pico de la adrenalina
y en el sudor de la piel.
Piel que no les pertenece 
que solo se presta para juguetear sobre cualquier cama
de la que no doblan juntos las sábanas
o a la que nadie lleva el café en las mañanas.
Esos cuerpos están en todos lados
y está bien
porque se prefieren desechables 
saciados y errantes.
Se reconocen porque donde palpitan
no es en el pecho 
ni en las entrañas.
Se juntan y no se incendian
se besan y no se saben
se desnudan y no se sienten;
al corazón no solo se llega por los labios
al alma no se le engaña con el tacto.

16 de mayo de 2020

Mujer florero


















Hay una mujer por ahí 
que tiene nombre
pero no identidad 
ni motivo.
No es una roca porque camina
pero no va a ninguna lado.

Mujer florero
que adorna bien donde se pare;
pero no nació para eso.
Ella está para ser el agua
la misma flor
y sus partes. 

Pero la hierba le hizo creer que su lugar está en el pantano
que el azúcar sabe igual que la miel
y que esconderse los pétalos es mejor que regarlos.
Así que, cuán adorno
le regala su color a los ciegos
sin abono nutritivo para aportarle.