¡Mamá, me sigue la muerte!
La veo en cada esquina
no sé dónde esconderme.
Merodea por mi mente
y juega con mi corazón.
Se azota violentamente
en mi pecho, en mi interior.
Hoy la he visto,
flaca y titubeante
en los huecos ojos de mi padre.
Ahí se posaba
y yo no quise mirar la túnica helada
que cubría su mirar.
Y la he visto otras veces
en los ancianos por las calles.
Ella los acompaña
esperando el momento para llevarles.
Y en los niños que merodean por la ciudad
aquellos sin Dios justo
y sin padres;
sin motivos ni sueños
para despertar.
¡Mamá, sálvame de ella!
Le intento escapar y siempre -no sé cómo-
regresa.
Guárdame en tu vientre, madre
yo quiero esconderme de la muerte
y de ti resucitar.